Ana Karina Santos. Tradiciones, valores culturales, mitos y leyendas giran en torno a la celebración más importante del año, que de una u otra manera, se festeja en el mundo entero, pero todo encierra una emotiva fiesta religiosa en donde las familias se unen para compartir no sólo regalos, sino el hecho de estar juntos.
Tiene su origen en el imperio romano y una serie de rituales de tipo pagano, a ello se suma el nacimiento del Niño Jesús un 25 de diciembre, aunque algunos expertos concluyen que este hecho ocurrió entre los meses de septiembre y octubre.
Originalmente la festividad obedece en torno a la saturnalia, celebración implantada por los romanos, con un festival que representaba el solsticio de invierno y honraban al dios Saturno, los pocos cristianos rechazaban estas fiestas descontroladas creando un evento sustitutivo.
De modo que la celebración de Saturno, rey del Sol, que en inglés es “sun”, se tomó como el nacimiento del hijo de Dios, luego el imperio la institucionalizó como una festividad cívica.
Historiadores antiguos aseguraban que Saturno devoraba sus hijos, la tradición de la Navidad siempre ha tenido que ver con los niños, de modo que para acabar con la terrible leyenda apareció la figura de Santa Claus o Papa Noel, para premiar con obsequios a los mas pequeños de la casa.
Lo bonito de la tradición
A través de la fe cristiana, la navidad toma un nuevo color y sentido, se trata de amor, de compasión, fe, esperanza y agradecimiento, es una fecha para compartir en familia y darle a los niños momentos de felicidad.
Año tras año, en todo el mundo, de diversas formas, se celebra este evento tradicional, en el que los regalos y las fiestas, acompañan la esencia de sentirse bendecidos por la divinidad.