Martín Castillo: Un artista que capta la sexualidad en cada toma

Martín Castillo: Un artista que capta la sexualidad en cada toma

Ana Karina Santos. Radicado en Argentina desde hace muchos años, el fotógrafo artístico Martin Castillo Morales apuesta a la ruptura de paradigmas y mostrando a través del sexo, conceptos universales que en pleno siglo XXI aún son considerados tabú.

Formado junto al afamado fotógrafo venezolano Nelson Garrido a quien conoció en una charla en donde este cursaba estudios de comunicación social, Castillado quedó prendado con la magia de la fotografía y empezó a dar sus primeros pasos en las artes.

Hoy por hoy muestra al mundo su talento e identidad personal con innumerables propuestas visuales que causan impacto, una de las más recientes, una colección de billetes intervenidos. La exploración del cuerpo femenino es su sello personal y apuesta en las artes con estos conceptos.

En una entrevista concedida al equipo de Artout, Morales expresó que se le da muy bien escribir más que las palabras, por ello, quisimos conservar intacto su escrito, para preservar su esencia artística y así lo compartimos con los lectores. Interesados en ver un poco más de su trabajo pueden hacerlo a través de su cuenta en IG: @martincastillomorales

Mi statement de «artista» (el cual suelen pedir en tercera persona) habla un poco sobre la  esencia de mi trabajo:

La fotografía directa como herramienta de retención, recurso de acercamiento, excusa para la exploración y contemplación y, en ocasiones más experimentales, materia prima de creación, es  la columna vertebral de un universo de imágenes que difícilmente dibujan límite entre su vida  cotidiana y obra realizada. Es aquí donde la/su sexualidad, los elementos que la rodean, los roles que de ella de se desprenden y el infinito cúmulo de pequeñas historias que la conforman,  se materializan en piezas fotográficas, con excepciones cada vez más habituales como el  collage, que invitan al espectador a confrontar su propia realidad de unos de los aspectos  menos «naturalizados» de su intimidad.

Las palabras que vienen reinvindican el lugar del placer, como objetivo también, en mi  proceso trabajo:

Sin placer no hay trabajo, es vital, razón y motor en mi proceso. El placer «epifánico» de la aparición de una idea, el placer entusiasta de imaginarla realizada, el placer emocional de su  ejecución, el placer de la entrega al compartirla. El placer inspirador del posible encuentro  personal o virtual, el placer físico del encuentro, el placer del resultado de ese encuentro  materializado en obra o no, el placer de relacionarse gracias a la fotografía.

Respecto a cómo calificaría mi arte:

Desde hace rato me gusta, identifico y uso el término «Fotografía doméstica», me parece que  engloba las distintas aristas que suelo abordar puertas adentro.

Y en el siguiente texto, el proyecto que estoy haciendo en medio de la pandemia:

Estoy tomando una foto al día del lugar donde me tocó pasar la cuarentena, por iniciativa propia nomás, para mandárselas a Luciana, Jens, Manu y Tadeo, como recuerdo del hogar que tuvieron que dejar repentinamente. Una casa hecha, con perro y plantas incluídos, de la cual me dejaron encargado hasta que se venda.

En el envío que les hago todos los lunes de las 7 imágenes de la semana estoy incluyendo siempre una foto de Moreno (el perro), otra de alguna huella u objeto que remita a Tadeo (el pequeño de la familia) y un autorretrato (de este nuevo habitante), el resto de las imágenes suelen ser detalles que voy consiguiendo en esta apacible estadía temporaria.

La casa poco a poco se irá desarmando y cambiará de dueño, hasta entonces esta feliz correspondencia hacia mis amigos en Berlín continuará. Y continuará… 

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