Descubre uno de los murales ecológicos más grandes de Latinoamérica

Descubre uno de los murales ecológicos más grandes de Latinoamérica

Ana Karina Santos. 200 mil tapas plásticas obtenidas del reciclaje, fueron la materia prima para la creación de uno de los murales más grandes de Latinoamérica, siendo el primero en el país que rinde homenaje al cuidado del ambiente.

El mural está conformado por cuatro gigantescas guacamayas que adornan el barrio caraqueño de El Hatillo.

Esta impactante obra tiene como objetivo central crear conciencia ecológica, en una ciudad en la que abundan los vertederos de basura improvisados y se aprecia con tristeza el abandono de las áreas verdes.

El impactante mural fue creado por el artista Oscar Olivares con el apoyo de la organización ambientalista local OkoSpiri y el Movimiento en la Arquitectura para el Futuro.

Este artista de  23 años le dio vida al “Okomural” que también exhibe un hermoso araguaney, el árbol nacional de Venezuela.

Con respecto a la experiencia de este artista, el mismo fue parte de la ArtExpo de Nueva York de 2017, pese a sus logros a nivel internacional, afirma que este mural se ha convertido en un compromiso social de gran importancia.

La obra incluye además cuatro grandes girasoles, las montañas del parque nacional de El Ávila, un grupo de edificios, un cielo estrellado y dos pequeños platillos voladores, estos últimos característicos de sus trabajos.

Destaca que esta propuesta es algo novedoso para Olivares quien se destacó como creador de ilustraciones de súper héroes, en esta impactante pieza hizo uso de la técnica del puntillismo.

Para darle vida al mural de 43 metros de largo y tres metros de altura, se requirió el apoyo de 12 personas, 2 mil dólares y unas 200 mil tapas plásticas de diversos colores. Las tapas fueron obtenidas gracias a una campaña impulsada a través de las redes sociales de la empresa local MultiRecicla, que se dedica a recolectar y almacenar materiales reciclables.

De esta forma el artista demuestra que una nueva vida puede dársele a un producto que resulta contaminante, pero que puede convertirse en arte y permanecer con el tiempo. 

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