Sábados de agosto se estará presentando el unipersonal “Soy Sonia”

Sábados de agosto se estará presentando el unipersonal “Soy Sonia”

Desde el 17 de agosto podrá verse «Soy Sonia», unipersonal escrito y dirigido por Gastón Díaz e interpretado por Virginia Pezzutti. Esta obra es una coproducción entre Liebre de Marzo (Entre Ríos), El semillero, gestión y producción teatral (Bahía Blanca) y Espacio Sísmico (CABA). Luego de presentarse en Entre Ríos y en Bahía Blanca, se presentará, por sólo cuatro funciones, los sábados a las 21 horas en Espacio Sísmico.

Sinopsis:

Una mujer joven visita a un hombre que está en coma. Día a día le va haciendo un inventario de sus experiencias sexuales, como si ese relato cargara una vitalidad capaz de mantenerlo vivo, o incluso, de recuperarlo. Una extraña medicina que se va inoculando en cada encuentro y que va dibujando el mapa de una relación errática.

Como el movimiento violento que cambia una diapositiva por otra, cada visita es un golpe que intenta reanimar ese cuerpo inconsciente, inanimado como una fotografía.

Sobre la obra:

Sonia no puede tocar a su padre, hay una distancia simbólica que se lo impide, por eso toca el cuerpo de otras personas, porque es necesario percibir otros latidos y entregarse al placer como una autómata, como quien busca una anestesia, o para tener una familia. Sonia tiene sexo para ser madre, para ser hija, para ser hermana, en fin, para ocuparse de alguien y que alguien se ocupe de ella. La experiencia puede conducir al vacío, pero así como un clavo saca otro clavo, un vacío puede rescatar de otro vacío.

 La sucesión de escenas (como si miráramos un grupo de fotografías desordenadas de distintos acontecimientos o momentos de la vida) exhibe en su alteridad un cambio de humor, una evolución del relato, que por su imposibilidad de otorgar un sentido al caos del discurrir caprichoso de los acontecimientos, acumula la tensión de una despedida que no termina de concretarse ni de definir un rumbo previsible.

La fotografía es un elemento inexorable en la obra, está en el proyector de diapositivas, en el relato descriptivo de alguna foto en particular, y como objeto mismo, en la cámara que la protagonista usa en una escena. La fotografía como una instantánea de otro momento que fue perdiendo su brillo, se fue opacando, ensuciando, rompiendo, y pasa de ser la representación de un momento particular para convertirse en el significante de un cúmulo de significados que constituyen parte del mito o la leyenda que es el relato de una vida. Se pone en discusión el uso de la fotografía como artefacto para preservar del olvido (sin duda, un uso diferente al más actual de permanecer exhibido), porque lo que se conserva en la imagen es un retrato, una imitación falsa, una copia; una vez más un juego de reflejos con la escena, que representa, que tiene un carácter artificial, que ficcionaliza lo que está latente porque se atesora con remordimiento “Qué cosa, este no poder olvidarte, este / deseo profundo, prolongado, inmerecido / que creaste cuando me hiciste, / que aún después de tu muerte / se dirige a ti, aún muerta estaré / mirándote, mi no-ser / dirigirá este desamor apasionado / hacia ti. Tal vez intento decirte que te odio…”, en palabras de la poeta norteamericana Sharon Olds.

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